Una carga de los montados en la Plazuela de Guardiola. Muchos transeúntes huyen despavoridos a refugiarse en las casas comerciales.
GRAVISIMOS DESORDENES SE REGISTRARON AYER
GRAVISIMOS DESORDENES SE REGISTRARON AYER
El Sr. General Bernardo Reyes y dos de sus hijos fueron heridos al ser disuelta por el pueblo la manifestación reyista
Muertos y heridos por las cargas de la Gendarmería[1]
Muertos y heridos por las cargas de la Gendarmería[1]
Como es bien sabido por nuestros fieles lectores la sucesión presidencial próxima a ocurrir se presenta harto compleja debido a la situación nacional. El día de ayer una manifestación de partidarios del señor General Bernardo Reyes se encontró con un numeroso grupo de simpatizantes del señor Francisco I. Madero, líder de la Revolución triunfante.
Estos son los hechos capturados en la excelente fotografía del señor Manuel Ramos, experimentado fotógrafo que desde julio del año pasado colabora con este diario.
En ella podemos observar a la Gendarmería Montada cargando contra la población, respondiendo a la orden del Gobernador del Distrito Federal, Ing. Ignacio Rivero. Los manifestantes y transeúntes huyen despavoridos, tratando de refugiarse en los diversos comercios. En desordenado y despavorido tropel se abalanzan contra los escaparates y accesos, destrozando la puerta del Kingman’s Restaurant y causando daños en los establecimientos aledaños.
Como puede recordar nuestro público lector el pueblo mexicano celebrará en noviembre próximo, por primera vez en más de 30 años, elecciones presidenciales en toda regla. En donde la designación del máximo mandatario recaiga de manera auténtica en la soberanía del pueblo. Desde que en 1876 el General Porfirio Díaz se hizo con el poder, el pueblo de México conoció un gobierno que centralizó el poder y empobreció fuertemente a la gran mayoría de la población, mientras unos cuantos oligarcas se enriquecían con el sudor de los mexicanos.[2]
El gobierno de Porfirio Díaz, que incluye el período presidencial de Manuel González, “el país en su conjunto mejoró su economía en un grado y una extensión nunca antes vistos.”[3] Aumentó de 460 a 19 000 los kilómetros de vías férreas y se creó una serie de bancos que posibilitaron el ensanchamiento y prosperidad de la agricultura, la minería, el comercio y la industria, favoreciéndose además la inversión de capital extranjero en todos los rubros económicos nacionales. El crecimiento económico aunado a la subordinación de los poderes legislativo y judicial al ejecutivo, permitió que Díaz tuviera el poder absoluto del país. A lo largo de su gobierno mantuvo a raya a cualquier tipo de oposición o disidencia modificando la ley o valiéndose de la fuerza pública.
Todo lo anterior ocasionó una gran diferenciación económica entre los distintos grupos sociales, caracterizada por la poca capilaridad social y por la pérdida de derechos civiles y políticos, lo cual generó una enorme tensión que finalmente estalló en 1910 con el movimiento armado encabezado por Francisco I. Madero.[4]
Como el lector medianamente informado puede recordar, la Revolución del señor Madero no fue el primer momento de crisis para el General Díaz, destacan por supuesto la huelga en la fábrica de textiles en Río Blanco, Veracruz; o los desmanes promovidos por el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón, sin embargo hubo también escisiones internas que sacudieron el orden político nacional. La más importante de ellas fue la que se produjo entre el señor General Bernardo Reyes, en ese momento Gobernador del Honorable estado de Nuevo León, y el Secretario de Hacienda el señor José Yves Limantour.
El General Bernardo Reyes nació en Guadalajara, Jalisco en 1850. Es un hombre de honor, destacado militar y político que ocupó entre 1900 y 1903 la Secretaria de Guerra y Marina y que gobernó el estado de Nuevo León entre 1885 y 1909. En 1902 el señor presidente Díaz planteó la posibilidad de abandonar el poder y no contender en las elecciones que se realizarían en 1904. Se dio una fuerte pugna entre Reyes y José Ives Limantour, Secretario de Hacienda, en expectativa de que Díaz designara a alguno de ellos como candidato oficial.[5] Ambos representaban los dos bastiones del poder porfirista: los militares, representados por Reyes, y los conocidos como científicos, un grupo de viejos políticos de ideología positivista pertenecientes a la más alta burguesía nacional, representados por Limantour. El conflicto sacudió los círculos de poder porfirista y culminó con el desprestigio de Limantour y la entronización popular de Reyes, aunque ninguno de los dos participó en las elecciones y Díaz fue electo una vez más.
Ante las elecciones de 1910, para las que Díaz ha prometido nuevamente abandonar el poder, Reyes se perfila desde 1909 como el candidato más popular, por lo que es enviado al exilio. En abril de 1911, viendo los enormes avances del movimiento revolucionario, el General Díaz pide la vuelta de Reyes al país, sin estar claro que persigue con su regreso. En medio del océano, camino a la Patria, Reyes se entera de la renuncia de Díaz.[6]
Con la Revolución triunfante y la presidencia interina Francisco León de la Barra, Reyes se plantea el lanzarse como candidato presidencial. El panorama nacional ha cambiado muchísimo desde su exilio y aunque trató en un principio de unir fuerzas con Madero para garantizar un gobierno más incluyente y con un carácter de transición, no pudo convencer al revolucionario, por lo que se organizó su candidatura en torno a una campaña nacional que empezó a principios de agosto.
La redacción de este diario ha considerado necesario hacer esta retrospectiva de los problemas políticos que aquejan a nuestro país, con el fin de facilitar a nuestros apreciables lectores la comprensión de los acontecimientos que plasma la fotografía que hemos colocado en primera plana.
La Mamá: Pero como me alegraré de que se den un buen golpe muchachos malcriados…
Como saben existe actualmente una gran inestabilidad nacional que, si bien no se compara con los aciagos meses de la Revolución, no permite actualmente dilucidar quién resultará triunfador en las elecciones en que el pueblo de México designará a su primer mandatario. Por un lado debemos reconocer que el señor Francisco I. Madero goza de una gran popularidad, no sólo por su carisma y altos valores, sino porque se encuentra revestido con la gloria de haber puesto fin a la dictadura. Sin embargo es cierto también que el señor Madero ha sido demasiado conciliador con los miembros del antiguo régimen, sin notar, o sin querer hacerlo, que estos no piensan en él como un prospecto de gobernante. Por otro lado también resultan lamentables las divisiones que surgieron en el seno de su partido entre sus partidarios y los de los hermanos Francisco y Emilio Vásquez Gómez, lo cual ha restado fuerza a su movimiento. Es de notarse también la popularidad que entre los porfiristas ha alcanzado el presidente interino, por lo que es probable también que el señor Francisco León de la Barra, que a lo largo de los últimos años ha tenido múltiples desencuentros y conflictos con el señor Madero, resulte vencedor en la próxima contienda electoral. Por último no olvidemos la gran popularidad de la que goza desde 1902 el General Bernardo Reyes, que cuenta con el apoyo del ejército federal y el único que tiene probadas sus capacidades de gobierno. Todo esto enrarece el clima de las próximas elecciones y ha generado una multitud de conflictos entre los partidarios de los tres candidatos, particularmente en la Ciudad de México.[7]
Para organizar la campaña los partidarios del señor General Reyes fueron convocados por el Doctor Samuel Espinosa de los Monteros, quien ha organizado clubes y centros reyistas así como los principales mítines en el teatro Zaragoza y en las calles de Santa María, en donde tuvieron gran oposición de parte de los maderistas, que prácticamente les han declarado la guerra.
Así partidarios que buscan sostener la candidatura del General Reyes organizaron para la mañana de ayer, domingo 3 de septiembre, una manifestación en su honor que acabó como el Rosario de Amozoc. [8] Se dieron cita en la calle del Apartado y la plaza del Carmen a las 8:00 am y tan sólo media hora después se había reunido el imponente número de 600 reyistas. Llegaron montados el doctor Espinosa de los Monteros y el licenciado Rodolfo Reyes, hijo y consejero político del General, quienes junto con otros organizadores decidieron que comenzara la manifestación. Para ese momento ya se habían producido algunos incidentes menores entre los manifestantes y algunos maderistas que, observando los preparativos del acto, se divertían insultándolos y burlándose de ellos y de su candidato.
Cuando empezó a andar la manifestación los maderistas le bloquearon, quedando cortada la columna que formaba el grueso de la misma. Esto hizo que se presentara la Policía tratando de calmar los ánimos para que la manifestación pudiera proseguir. Acompañaban al contingente principal cerca de veinte automóviles que en su interior llevaban grandes paquetes largos que llamaron la atención de los guardianes del orden. Cuando los presentes se asosegaron un poco, la Policía registró dos de los autos y pudo ver que los paquetes contenían numerosos rifles y parque. Sospechando justificadamente se dieron a la tarea de revisar todos los autos, y vieron que estaban llenos de armas y municiones. Esto generó la indignación de la multitud, a pesar de lo cual la manifestación siguió adelante en medio de la rechifla general.
Los manifestantes iban custodiados por gendarmes montados y llevaban tres bandas de música, que amenizaban el caudaloso río de banderas rojas. Otro incidente se presentó en la esquina de Santo Domingo y Donceles, cuando algunos de los participantes en la manifestación pretendieron linchar con sus banderas y estandartes a un infeliz que se atrevió a gritar “¡Que muera Bernardo Reyes!”. Afortunadamente esto fue impedido por algunos maderistas que por ahí se encontraban.
Al llegar la manifestación a la Plaza de la Constitución, surgió un nuevo escándalo porque algunos maderistas les arrojaron basura de los contenedores de la plaza, pasto de los jardines y las escobas de los barrenderos que en ese momento se encontraban laborando, en medio de epítetos denigrantes y vivas a Madero.
Conforme avanzaba por la calles de la ciudad la manifestación recibió apoyo desde algunos balcones, desde donde varias familias les arrojaron numerosos ramilletes de flores.
Continuó la marcha proselitista hasta Avenida Juárez, ahí frente a fotografía Daguerre, o quizás frente al templo de Corpus Christi o frente al hotel de San Francisco, llegó en automóvil el señor General Bernardo Reyes. Fue entusiastamente aclamado por sus partidarios y se decidió que encabezará la columna principal del acto en su honor.
La manifestación retrocedió hacia el oriente y al pasar por el Palacio Postal, apareció un grupo grande de maderistas que comenzó a insultar a la multitud, haciendo del General Reyes el blanco de sus iras. Como se impedía el paso los organizadores dieron orden de retroceder hacia Avenida Juárez. Ahí el grupo de maderistas se engrosó con otros más pequeños y en la esquina de la calle Teatro Nacional y Av. Juárez trataron de disolver la manifestación. Al no lograrlo, varios grupos se introdujeron en las obras del Teatro Nacional, donde hicieron provisión de piedras.
En ese momento los manifestantes se encontraban en la Plaza de Guardiola cuando fueron agredidos por las huestes maderistas, que en ese momento sumaban casi mil partidarios del revolucionario. Comenzó una terrible granizada petrea sobre los simpatizantes del General Reyes y varios de ellos fueron descalabrados. Un automóvil con dos señoritas que llevaban un clavel rojo en la solapa (símbolo del reyismo), pasaba en ese momento por San Juan de Letrán. En mala hora eligió su ruta el conductor, pues el automóvil fue lapidado y sus pasajeros insultados fuertemente.
Los maderistas enardecidos se apoderaron de los estandartes de sus enemigos y los quemaron en el medio de la calle. Temiendo por la integridad de su líder, sus partidarios refugiaron al General Reyes en el edificio de Fotografía Daguerre, el cual es apedreado junto con el resto de comercios ubicados en Avenida Juárez y la calle de San Francisco. Afortunadamente la mayor parte de los locatarios, avisados de la manifestación y temiendo que se presentarán disturbios como en efecto así fue, mandaron cubrir con tablas la fachada de sus negocios, protegiendo con ellos los escaparates, como podemos apreciar en la imagen. Así la pastelería y dulcería Hedderich’s y el hotel y restaurant Kingman’s pudieron prevenir el saqueo, aunque no por ello evitaron los daños sobre los cristales más pequeños y las ventanas de sus balcones. Algunos de los presentes se pronunciaron a favor de que fuera el General Reyes quien pagara por todos los desperfectos ocasionados en los negocios.
El licenciado Bonales Sandoval, colaborador cercano del General Reyes, intenta sin éxito salir a un balcón de Fotografía Daguerre con el ánimo de dirigirse al pueblo y apaciguar los ánimos violentos que lo imbuían. Con el mismo fin el General Reyes se asoma al balcón y usándolo como estrado grita “¡Todo por la Patria!”, recibiendo como respuesta una andanada de piedras, una de las cuales le dejó contuso. Completamente iracundo su hijo Rodolfo revienta en improperios soeces contra la multitud, resultando herido del mismo modo.
En ese momento se presentó en la escena de los hechos un escuadrón de Gendarmes de la Policía Montada, quienes intentaron proteger a los reyistas pero sin atacar a los contramanifestantes. Varios de los gendarmes resultaron lesionados por los improvisados proyectiles de los maderistas. Toda la calle se encontraba ya sembrada de vidrios, piedras y terrones, con algunas manchas de sangre.
Informados oportunamente de los hechos llegaron el Gobernador del Distrito Federal, Ingeniero Ignacio Rivero, y el Inspector General de Policía para restablecer el orden. Los partidarios del señor Madero, que se encontraban completamente fuera de sí, los recibieron de manera hostil y con una modesta pedrea. En medio de la rechifla generalizada alcanzó a oírse que alguien calificaba al Ingeniero Rivero de “viejo feo”, lo cual le hizo perder los estribos por lo que ordenó a la montada que arremetiera contra la multitud, aunque procurando no hacer grave daño. Los gendarmes se abalanzaron contra la multitud repartiendo algunos planazos con sus sables.
En este momento es cuando nuestro fotógrafo Manuel Ramos,[9] tomó la maravillosa instantánea que nos permite conocer el auténtico desarrollo de los hechos.
Si prestamos atención a la imagen notaremos que de los cinco gendarmes que se encuentran en el centro, varios llevan el sable desenfundado, con el cual seguramente golpearan a quien no sea lo suficientemente vivo para esquivarlos. Su silueta un poco borrosa nos indican la gran velocidad con la que irrumpen en la escena, sorprendiendo a varios de los transeúntes que se encuentran del lado derecho frente al Kingman’s. Incluso podemos apreciar que la puerta del Kingman’s es destrozada por la multitud que, aterrada por la violencia que reina en las calles, entra desbocada para ponerse a salvo. Algo similar pasa en la entrada de la pastelería La Parisiense en donde también entra un buen número de peatones en desbandada.
Contrasta con esto la actitud desenfadada de quienes se encuentran frente a Hedderich’s, lo cual se debe quizás a su falta de injerencia en la manifestación o en su sabotaje o quizás a la inesperada y veloz irrupción de los gendarmes.
Nuestro fotógrafo, que goza de una amplia experiencia en revistas ilustradas, supo colocarse en un lugar seguro para su equipo y su integridad personal. Así desde el Edificio Guardiola nos ofrece la posibilidad de ver la acción en pleno, así como a los curiosos que se asoman desde los balcones atraídos por el desorden.
El ideal de este diario ha sido siempre exponer la verdad tal cual es, pues tal debe ser el fin de la prensa. A mediados del gobierno del General Porfirio Díaz, nuestro medio fue lentamente evolucionando de la reflexión en artículos, a la crítica a través de la noticia. Esto por supuesto se vio favorecido gracias a la mayor velocidad con que recibimos la información gracias a la amplitud de las redes de telégrafo y ferrocarril, consecuencia del auge económico de los últimos 30 años. Paralelo a ello, el desarrollo tecnológico nos ha facilitado cada vez más el uso de imágenes en los medios impresos. Por supuesto en un principio asumimos de la cámara su capacidad para capturar la realidad, pero siempre lo hicimos en función de nuestros patrones visuales, esto es reproduciendo con la cámara el mundo como lo queríamos ver: como una pintura. La toma de conciencia de la posibilidad de la cámara de captar al mundo tal cual es y el mejoramiento tecnológico que hizo más versátil y práctico el dispositivo fotográfico, nos ha permitido captar la acción en el momento.
La instantánea de Ramos que hemos reproducido en primera plana es la prueba de ello. Como diario de actualidad que somos, en medio de nuestra realidad actual, un contexto nacional convulso, llevamos al lector al centro de la acción a través de la imagen. Ya no son necesarias las almidonadas poses y escenarios de la fotografía porfirista, ahora tenemos la oportunidad de mostrar tal cual es el mundo del lector. Mostrarle el momento exacto de la acción capturado y perpetuado para siempre a través del medio fotográfico. No nos importa más si los gendarmes aparecen borrosos, si el ángulo de la imagen es inusual, o si ningún rostro es reconocible. Lo que les ofrecemos apreciables lectores, a través de la fotografía de Manuel Ramos, es la posibilidad de conocer la realidad tal cual fue en el momento en que se convirtió en noticia.[10]
La fotografía de Manuel Ramos nos muestra el momento justo en que, debido a la convulsa situación nacional, dos grupos de ciudadanos enfrentados políticamente pasan de las palabras a los hechos obligando a la fuerza pública a intervenir.[11]
La arremetida de los gendarmes no fue suficiente para disolver a la multitud, la cual con los ánimos exacerbados se aprestó a la defensa y respondió con una nueva pedrea.
Al saber en su residencia el señor Madero lo que está pasando, siente la necesidad de ir en persona para apaciguar a los manifestantes. Sus colaboradores le recomiendan lo contrario por lo que se comisiona a un grupo de sus colaboradores para que vayan en el auto de madero al lugar de los hechos. Estos se presentan frente al templo de Corpus Christi y al no ser reconocidos por la multitud son recibidos con una lluvia de guijarros, creyéndose que son reyistas. Los colaboradores del señor Madero al ver que Rodolfo Reyes se encuentra en peligro, se dirigen hacia el para protegerlo, la multitud enardecida se les hecha encima y destroza completamente el hermoso auto marca “Protos”, del jefe de la Revolución triunfante.
Enterado de esto el señor Madero llega a Av. Juárez, y subido en su auto se dirige al pueblo, al cual le dijo poco más o menos las siguientes palabras:
“No deben nunca olvidar ustedes que el respeto al derecho ajeno es la paz. Si la dictadura del General Díaz provocó la guerra, es porque no respetaba los derechos del pueblo. Pues bien, ahora si queremos tener paz necesitamos respetar los derechos de los demás. Por ese motivo no apruebo yo que hayan disuelto en la forma violenta en que lo hicieron, la manifestación al señor General Reyes.
Aunque comprendo que causa indignación en el pueblo que el General Reyes haya lanzado su candidatura porque como se lo dije en una conversación privada, después de que el pueblo luchó tanto para derrocar una tiranía, le causa indignación que traten de engañarlo aprovechándose de la libertad que él mismo se conquistó y quienes imponerle otra dictadura.
Ahora váis a ejercitar vuestros derechos dentro de la ley y podéis tener la seguridad absoluta de que no podrá triunfar el General Reyes, porque si vamos a los comicios, el noventa y nueve por ciento o más estará con nosotros, y si vamos a las armas estaremos en la misma proporción, y ya sabe el señor General Bernardo Reyes que no puede jugar con el pueblo mejicano. De manera que no crean ustedes que intente hacer algo; pero si desgraciadamente lo intentase, será para recoger su merecido.
Suplico a ustedes que en su manifestación recuerden que están ejerciendo un derecho de ciudadanos y sepan que la conquista que han hecho de sus derechos les impone también deberes, y esos deberes son respetar la ley y los derechos de los demás.”[12]
“No deben nunca olvidar ustedes que el respeto al derecho ajeno es la paz. Si la dictadura del General Díaz provocó la guerra, es porque no respetaba los derechos del pueblo. Pues bien, ahora si queremos tener paz necesitamos respetar los derechos de los demás. Por ese motivo no apruebo yo que hayan disuelto en la forma violenta en que lo hicieron, la manifestación al señor General Reyes.
Aunque comprendo que causa indignación en el pueblo que el General Reyes haya lanzado su candidatura porque como se lo dije en una conversación privada, después de que el pueblo luchó tanto para derrocar una tiranía, le causa indignación que traten de engañarlo aprovechándose de la libertad que él mismo se conquistó y quienes imponerle otra dictadura.
Ahora váis a ejercitar vuestros derechos dentro de la ley y podéis tener la seguridad absoluta de que no podrá triunfar el General Reyes, porque si vamos a los comicios, el noventa y nueve por ciento o más estará con nosotros, y si vamos a las armas estaremos en la misma proporción, y ya sabe el señor General Bernardo Reyes que no puede jugar con el pueblo mejicano. De manera que no crean ustedes que intente hacer algo; pero si desgraciadamente lo intentase, será para recoger su merecido.
Suplico a ustedes que en su manifestación recuerden que están ejerciendo un derecho de ciudadanos y sepan que la conquista que han hecho de sus derechos les impone también deberes, y esos deberes son respetar la ley y los derechos de los demás.”[12]
En ese momento, cerca de la 1:30 de la tarde, se presentaron en la escena dos escuadrones de caballería del ejército. La multitud permaneció en la gritadera hasta que se escuchó que los comandantes ordenaron “A discreción, carguen”, con ello cesó el escándalo y la multitud prorrumpió en vivas para el ejército. Los soldados se encaminaron a la avenida San Francisco, y en poco tiempo los presentes, tanto reyistas como maderistas, se disolvieron terminando con ello los disturbios. El saldo total de la refriega es de 13 gendarmes heridos y más de 60 civiles, siendo lo más común contusiones, fracturas de dedos, contusiones por sablazos y machucamientos.
APÉNDICE: QUÉ PASARÁ CON BERNARDO REYES
Arguyendo la inviabilidad de las elecciones, debido a la inestabilidad nacional y a la influencia que sobre el Congreso y la Opinión Pública tiene Madero, se presentó por parte de Reyes, el Partido Nacional Católico y los partidarios de Francisco Vásquez Gómez una iniciativa al Congreso para que éstas fueran aplazadas. Ante la repuesta negativa del Congreso, Bernardo Reyes abandonará la contienda presidencial y el país el 28 de septiembre de 1911. Madero ganará las elecciones en noviembre de ese año ante lo cual Reyes lanzará un Plan Político el 16 de noviembre e intentará un levantamiento armado desde la frontera norte. Cruzará la frontera el 5 de diciembre tratando de promover la rebelión, solo para descubrir que la mayoría de sus partidarios le han abandonado. Esto se debe a que el proyecto político de Reyes, tan atractivo en 1902 o 1909, resulta ahora insuficiente para un pueblo que, tras un movimiento armado, tiene expectativas mucho mayores. Profundamente decepcionado Reyes se entregará el 25 de diciembre en Linares, Nuevo León. Será apresado y conducido a la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco, en donde permanecerá hasta Febrero de 1913, cuando participe en la insurrección que desencadena la Decena Trágica, que culminará con la destitución y asesinato de Madero. Aunque como parte de este Golpe de Estado se planteaba la ascensión de Reyes y Félix Díaz al poder, esto se verá truncado por la muerte de Reyes bajo el fuego de metralla en el primer intento por tomar Palacio Nacional el 9 de febrero. Vid. Miguel Soto “El fracaso del reyismo”
[1] Estos son los titulares originales del diario El País. Diario Católico, una publicación que se origina en 1899, auspiciada por Trinidad Sánchez, para la que trabajó Manuel Ramos entre 1910 y 1913. La inauguración de este periódico está vinculada a una nueva corriente de prensa que, si bien era de oposición, se caracterizó por ser menos polémica y doctrinaria. Con una mayor referencia a cuestiones específicas y ya no tanto a posturas ideológicas, favoreciendo la noticia al artículo de opinión. Acacia Maldonado, “3.1 La prensa y el poder” en Manuel Ramos en la prensa ilustrada capitalina de principios del siglo XX: 1897-1924, págs. 70-83.
El lema en latín de El País, “PRO ARIS ET FOCIS CERTARE” puede traducirse como “[Combatir] Por la religión y por la Patria”. Es una frase de Cicerón incluida en su obra Natura Deorum y fue utilizada por diario y organizaciones militantes católicas en todo el mundo. Alejandra López Camacho, El periódico la sociedad. Periódico político y literario 1857-1867, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, consultado en http://historiadoresdelaprensa.com.mx/hdp/files/104.doc
[2] Esta valoración sobre el Porfiriato es exagerada y tradicionalista y nos es la visión del autor. Sin embargo es una visión que pervivió como parte de la historia oficial mexicana durante muchísimos años. El autor la introdujo por ser el discurso de varios periódicos, no necesariamente maderistas, entre ellos El País. Diario Católico.
[3] Daniel Cosío Villegas, “El porfiriato”, pág. 128
[4] Ibid.
[5] Algunos historiadores identifican la raíz del conflicto en 1899, cuando Díaz prometió la sucesión presidencial a Limantour siempre y cuando Reyes estuviera de acuerdo. Traicionando a ambos, Díaz se reeligió una vez más. Francisco Bulnes señala que Díaz, a lo largo de todo su gobierno, generó pugnas entre sus partidarios de modo que no hubiera entre sus allegados alguien con más poder que él, ni que pudiera generar simpatías suficientes para sustituirlo en la presidencia. Carmen Saez, “La élite dividida” en Enrique Florescano (coord.), Crisis del Porfirismo, págs. 119-126
[6] Miguel Soto, “El fracaso del reyismo” en Enrique Florescano (coord.), Madero y el tiempo nuevo, pág. 359
[7] No olvidemos que al clima de inestabilidad se suma el descontento de las tropas revolucionarias con Madero por dos razones principales: el conceder la presidencia interina a León de la Barra, lo cual fue considerado por muchos una traición y una permanencia innecesaria del porfiriato; y el licenciamiento de las tropas revolucionarias, lo cual deja a un lado a los combatientes del nuevo proyecto nacional, desconociéndolos y quitando legitimidad al propio movimiento. No olvidemos que las tropas de Emiliano Zapata continúan sublevadas. Enrique Krauze, Francisco I. Madero, pág. 67. Al autor le gustaría poder abundar en el contexto problemático en que se desarrollaron estas elecciones, sin embargo la mayor parte de la historiografía sobre el tema se enfoca en el triunfo electoral y legitimador de Madero y no en las dificultades que tuvo para conseguirlo. Pensando en esto el autor ha decidido incluir la caricatura de 1911 del diario El Ahuizote, que enuncia de manera muy clara el pensamiento de la época. La imagen fue obtenida de Miguel Soto, “El fracaso del reyismo” en Enrique Florescano (coord.), Madero y el tiempo nuevo, pág. 362.
[8] A partir de este momento presento mi relatoría de los hechos basada en las noticias de El País y El Imparcial (principal periódico de la época). Dado que ambos presentan en ocasiones versiones contradictorias o refieren hechos que el otro no, deliberadamente voy a omitir las referencias, pretendiendo con la confusión que el lector forme su propio juicio sobre los acontecimientos.
[9] Manuel Ramos nación en San Luis Potosí en 1874, parte de una familia media de clase urbana característica del porfiriato. Trabajó en varias de las más importantes publicaciones de la época, como El Imparcial y El mundo Ilustrado, ambas muy apegadas al régimen. Después de colaborar con El País Diario Católico. encontró trabajo como fotógrafo oficial del Museo Nacional en 1913 y más tarde en Inspección General de Monumentos Coloniales. Durante el movimiento cristero tendrá una importante participación, fotografiando a los combatientes, a los mártires y experimentando en la elaboración de fotomontajes, estas imágenes fueron muy difundidas entra la población católica como elementos de unidad y resistencia. Murió en 1945. Acacia Maldonado, “2.1 Datos biográficos”, op cit., págs. 32-44.
[10] Esta no es la visión que sobre la fotografía tiene el autor, pero fiel al ejercicio se abstiene de hacer alguna referencia a ella.
[11] “[Durante los primeros años de la Revolución Mexicana]El fotógrafo de prensa o el reportero gráfico es el que cumple la tarea de captar con su cámara los acontecimientos de actualidad que los editores o redactores le solicitan. Este tipo de fotógrafo se caracteriza por no manejar un lenguaje o discurso visual propio, puesto que la imagen es utilizada como ilustración, como testimonio fidedigno de algún hecho.” Acacia Maldonado, op cit., pág. 30.
[12] El País. Diario Católico, 4 de septiembre de 1911, página 4.
2 comentarios:
Muy bueno Xavier.
Muy bueno, Xavier.
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